De pie en la iglesia sola,contemplaba el ataúd sin pena. las lagrimas que corrían por su cara eran de auto- compasión por no poder sentir amor por su madre y también de alivio. alivio porque el odio se había ido. Su corazón no sentía amor es cierto, pero estaba libre.
Sentía que se acercaba el día en que podría escapar de su marido también. No sabía como sería, pero el día que por fin sucediera sería para siempre.
Una vez había pedido ayuda a la mujer que estaba en ese ataúd y su ayuda había sido otra bofetada, lo que más le había dolido fue la cobardía de su padre. Sus padres con su ejemplo le enseñaron a mentir, o a no decir toda la verdad. Claro que la estupidez de su marido era una ayuda; si supiera que ganaba el doble de lo que le decía se ganaría una paliza. Ya no importaba; hacia mucho tiempo que se había jurado a si misma que por culpa de ese bestia no iría a la cárcel.
Por fin apareció el hipócrita de su afligido marido para hacer el paripe de yerno acongojado; que asco le producía todo esto. No podía reprochar nada porque ella esta haciendo lo mismo.
Lo volveré a publicar en la reina del mambo.
Pido vuestra opinión y aviso: no tiene nada que ver conmigo:)))
Besos
CONTINUARA
prueba superada, Concha...a ver cómo va con la continuación.
ResponderEliminarbiquiños,
Esperamos continuación. De momento, está lleno de dolor contenido, pero a punto de explotar.
ResponderEliminarbesos